ARTES DECORATIVAS
En Francia a lo largo del siglo XIII las artes decorativas estuvieron bajo el dominio de la evocación religiosa. Los medallones que aparecen en las ilustraciones de las Bibles moralisées (Biblias moralizadas), en el segundo cuarto del siglo, se inspiraron sin duda en el diseño de las vidrieras catedralicias. En el salterio de Luis IX (posterior a 1255), los gabletes con rosetones que enmarcan las miniaturas imitan los modelos de la Sainte-Chapelle. A partir de 1250 el mismo estilo cortesano inspira la escultura monumental y las pequeñas tallas elefantinas (de marfil). La elegante estatuilla de marfil de la Virgen con el Niño (1265, Museo del Louvre, París) procedente de la Sainte-Chapelle, reproduce la estatua monumental ubicada en el portal inferior de la capilla. El colosal grupo de Cristo coronando a la Virgen en el tímpano central de la fachada occidental de Reims posee la misma gracia íntima que las dos estatuillas con el mismo tema que también se conservan en el Museo del Louvre. Los diminutos relicarios de orfebrería realizados a partir del último tercio del siglo XIII tomaron la forma de las iglesias del gótico radiante, con sus transeptos, rosetones y gabletes en fachadas. De este siglo, una buena muestra de miniatura gótica española son los códices de las Cantigas de Alfonso X (El Escorial y Florencia).
Hacia 1300 las artes decorativas comenzaron a asumir un papel más independiente. En la región del Rin se produjeron piezas de un marcado carácter expresivo, que van desde las estatuillas de la escuela del lago Constanza, como la del joven san Juan sentado dejando caer su cabeza tiernamente en el hombro de Cristo, hasta la espantosa evocación del sufrimiento de la pasión de Cristo. Más avanzado el siglo, los escultores alemanes formalizaron la Piedad, una representación de la Virgen llorando mientras sostiene el cuerpo muerto de Jesucristo. En el segundo cuarto del siglo XIV la decoración de los manuscritos miniados parisinos emprendió un nuevo rumbo de la mano del artífice Jean Pucelle. En su Breviario Belleville (1325, Biblioteca Nacional, París) las letras, las ilustraciones y los márgenes ornamentales contribuyen a crear un efecto integrador en la decoración de la página, estableciendo un precedente para los ilustradores posteriores. Pucelle había aprendido su técnica de los pintores del protorrenacimiento italiano, y por ello consiguió plasmar el sentido espacial en sus ilustraciones a través del uso de una perspectiva rudimentaria.
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